El caucho natural es
un líquido parecido a la leche que surge de algunos árboles originarios del sur
y centro de América, y que se utiliza como base para la fabricación de multitud
de piezas de goma.
Antes de la llegada de los españoles a América, el caucho era ya utilizado por
los mayas para la fabricación de vasijas, ropajes resistentes al agua, zapatos
y hasta pelotas para utilizar en diferentes juegos y rituales.
Con el
regreso de los colonizadores al viejo continente, una de las primeras
utilidades que se le encontró al caucho fue borrar los escritos hechos con lápiz
de grafito. Fue en 1839 cuando un accidente hizo que el caucho empezara a
convertirse en un material fundamental para el progreso de la humanidad; hasta
entonces todos los objetos que se fabricaban con cauchos naturales
prácticamente se derretían con las temperaturas del verano o se volvían
quebradizos con las del invierno.
Charles
Goodyear, un inventor de Boston que llevaba ya algunos años tratando de
encontrar un caucho estable para todo el año, derramó por accidente sobre una
estufa unas bolas de caucho a las que había espolvoreado poco antes con
cristales de azufre; al examinarlas, comprobó que el caucho había perdido su
naturaleza pegajosa y se había convertido en un material elástico, sólido y
estable. Había descubierto el proceso de vulcanización, llamado así en honor
del dios romano del fuego: Vulcano. Este proceso es esencial para la
fabricación de todo tipo de piezas de goma.
Goodyear
pasó el resto de su vida litigando sin éxito contra todo el que infringía sus
patentes para el tratamiento del caucho y murió arruinado en 1860, aunque
gracias a su descubrimiento, hoy Rovalcaucho puede fabricar un amplísimo catálogo
de productos.
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